En el momento en que se tiene un hijo el instinto de protección sale con fuerza y este ayuda a los padres y a las madres a prestar atención a lo que el pequeño necesita. Sin embargo, muchas veces se exagera el cuidado y el apoyo al niño o a la niña y es cuando empieza la sobreprotección. Una forma de crianza llena de angustia y ansiedad por querer atender y apoyar a los hijos e hijas en todo momento.
Hoy te queremos hablar sobre la diferencia que hay entre estos dos conceptos y las consecuencias de probreproteger a los niños. Así que, sigue leyendo o consulta nuestra Maestría en Pedagogía y Psicopedagogía Clínica.
¿Qué es la sobreprotección infantil?
Proteger como padres y madres es cuando se quiere que el niño o la niña tenga apoyo suficiente y que se le brinde la ayuda necesaria para enfrentar los retos de la vida. La intención es que aprenda y desarrolle habilidades para que cuando crezca pueda resolver los conflictos por sí mismo. Que sepa medir riesgos, resolver problemas y gestione su vida aún cuando no estén sus cuidadores primaros cerca de él.
En cambio, la sobreprotección infantil es cuando llega una cierta edad en la que el niño o la niña ya es capaz de valerse por si mismo y su padre o madre sigue ayudándole en todo, incluso, realizando las cosas por él. Con esto el niño o la niña sigue dependiendo de la habilidad de los adultos para resolver sus problemas y retos propios de la edad.
Generalmente, los padres y las madres hacen estas funciones con la intención de evitar el sufrimiento de su hijo o hija, pero lo único que se logra es que el pequeño no desarrolle sus habilidades.
¿Qué pasa cuando un niño es sobreprotegido?
La sobreprotección genera preocupación, nerviosismo y miedo tanto en los niños y niñas como en los adultos, ya que se vive con la idea de querer controlar todo lo que pasa alrededor de los pequeños. Hay algunos padres y madres que actúan de esta forma porque creen que su hijo o hija no podrá hacer las cosas solo.
Esta manera de actuar es muy cansada para los adultos porque suelen desarrollar sus rutinas diarias con mucha angustia y agotamiento. También, no es muy útil para el niño, ya que esta actitud, en lugar de protegerlo, lo hace inseguro para enfrentar las situaciones prácticas de la vida. Así, no tendrá momentos para desarrollar sus habilidades ni recibir señales que le validen su desenvolvimiento.
Por lo tanto, como no saben hacer ellos mismos las cosas, cuando se enfrentan con una situación solos y no sale como ellos quería, se enfadan y se frustran. Esto hace que el niño o la niña sea más cerrado para hacerle entrar en razón, y en la edad adulta tenga problemas para relacionarse.
¿Cómo evitar la sobreprotección de los hijos?
Es común escuchar a los padres y a las madres decir que tienen la intención de dejar de proteger a sus hijos todo el tiempo cuando los vean más seguros. En realidad, esto no funciona así. El niño no mandará señales de confianza y seguridad si lo que absorbe de su familia son ideas de inseguridad, peligro e incapacidad. Por ello, algunos consejos para ir “soltando” a los pequeños son:
- Deja que se equivoque. La próxima vez que tenga que hacer alguna tarea de casa o de la escuela, facilítale todo lo que necesita para ello, pero no acudas cuando tenga la mínima duda. Haz que se esfuerce para que, él solo, consiga llegar a la solución del problema.
- Enséñale a responsabilizarse de él mismo. Deja que el pequeño vaya siendo consciente de sus obligaciones en la casa y en la escuela. Por ejemplo, que sepa que debe tender su cama antes de ir a la escuela o que debe cepillarse los dientes antes de dormir. Con esto aprenderá a hacerse responsable de sus asuntos.
- No les contagies tus miedos.
- Respeta sus decisiones. Hay que aprender a escuchar lo que los hijos quieren y aceptar esas necesidades, con ciertos límites. Pero si desde pequeño empieza a manifestar lo que quiere hacer y puede realizarlo, de grande será una persona autónoma.
Básicamente, es importante animar a los hijos e hijas a hacer las cosas por ellos mismos, pero se puede intervenir cuando quieran abandonarlo todo la primera. Sin embargo, recordar que no podemos hacer todo por ellos les ayudará a desarrollar su independencia y autoresponsabilidad.