El sexismo lingüístico es un fenómeno que ha sido objeto de análisis en los últimos años, dado que el lenguaje influye directamente en la forma en que percibimos y estructuramos nuestra realidad. El uso de términos o estructuras gramaticales que invisibilizan o devalúan a las mujeres es una de las formas en que el lenguaje perpetúa desigualdades de género. Veamos algunos ejemplos de lenguaje sexista, cuáles son sus efectos y 5 estrategias para evitarlo.

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¿Qué es el sexismo lingüístico?

El sexismo lingüístico se refiere al uso del lenguaje de manera que refuerza estereotipos o desigualdades de género, favoreciendo a los hombres o invisibilizando a las mujeres. Este fenómeno está presente en muchos idiomas, incluidos aquellos que usan el género gramatical, como el español. En muchas ocasiones, el masculino genérico se utiliza para referirse tanto a hombres como a mujeres, lo que puede resultar en la invisibilización de estas últimas.

El sexismo lingüístico no solo se refleja en el uso de pronombres o sustantivos, sino también en la forma en que se describen ciertos roles o profesiones. Veamos cuáles son los ejemplos más característicos de este fenómeno y cómo afecta a la sociedad.

Ejemplos de lenguaje sexista

El lenguaje sexista puede manifestarse de varias formas en la comunicación diaria. Algunos ejemplos de lenguaje sexista:

  • Uso del masculino genérico. Expresiones como “todos los hombres” o “los empleados” para referirse a un grupo mixto de personas. Aunque gramaticalmente correcto, este uso invisibiliza a las mujeres y contribuye a la perpetuación de roles masculinos dominantes.
  • Asignación de género a profesiones. Utilizar “médico” para hombres y “enfermera” para mujeres es otro ejemplo de cómo el lenguaje refuerza estereotipos sobre los roles de género en el ámbito laboral.
  • Frases estereotipadas. Expresiones como “llorar como una niña” o “ser fuerte como un hombre” perpetúan una visión limitada de los comportamientos y capacidades de las personas en función de su género.
  • Palabras con connotaciones negativas para las mujeres. Términos como “mandona” para referirse a una mujer que ejerce liderazgo o “bruja” en contextos despectivos son ejemplos de cómo el lenguaje puede menospreciar a las mujeres.

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Efectos del lenguaje sexista

El uso de un lenguaje sexista tiene consecuencias significativas tanto individual como socialmente. Por ejemplo, contribuye a la invisibilización de las mujeres. El uso del masculino genérico contribuye a la exclusión simbólica de las mujeres, ya que muchas no se sienten representadas por el lenguaje utilizado.

Además, contribuye a reforzar los estereotipos de género al asociar roles o profesiones con un género específico. Esto también tiene un impacto en la desigualdad de género, ya que el lenguaje refleja y refuerza las jerarquías de género en distintos ámbitos como el laboral, el social, el educativo o el político.

Otro de los efectos del lenguaje sexista es la influencia en la percepción que tienen las personas de su propio valor y capacidades. Esto ocurre especialmente en el caso de las mujeres y las niñas, pero también en colectivos como el LGTBIQ+.

¿Cómo evitar el sexismo en el lenguaje?

Existen diversas estrategias para evitar el sexismo en el lenguaje a la hora de comunicarse. Aquí te proponemos cinco formas de lograrlo:

  1. Usar lenguaje inclusivo. Por ejemplo, en lugar de “los trabajadores”, se puede decir “el personal” o “las personas trabajadoras”. Esto ayuda a evitar la invisibilización de las mujeres.
  2. Evitar el masculino genérico. En lugar de “los estudiantes”, se puede utilizar “el alumnado” o “las personas estudiantes”, garantizando que el lenguaje refleje a todas las personas, independientemente de su género.
  3. Alternar el género de los ejemplos. Cuando se hable de profesionales o roles, es recomendable alternar entre ejemplos masculinos y femeninos para reflejar la diversidad de género. En lugar de decir siempre “el doctor”, se puede mencionar también a “la doctora”.
  4. Utilizar el desdoblamiento. Es decir, usar ambos géneros. Decir “los ciudadanos y las ciudadanas” en lugar de solo “los ciudadanos”. Aunque puede hacer que el texto sea más largo, asegura que ambos géneros estén representados.
  5. Revisar los textos desde una perspectiva de género. Antes de publicar o compartir un texto, es útil revisarlo con una mirada crítica para identificar posibles expresiones sexistas. Preguntarse si el lenguaje utilizado es inclusivo y respetuoso puede marcar una gran diferencia en la forma en que nos comunicamos.

Aplicando estas estrategias es posible reducir la presencia del lenguaje sexista y contribuir a la igualdad de género. ¿Te gustaría aprender otras técnicas? Puedes especializarte en el ámbito con la Maestría Internacional en Igualdad de Género + Maestría Internacional en Prevención de la Violencia de Género. Conoce todo lo que necesitas para convertirte en un experto y aprovecha la metodología de estudio flexible que te ofrecemos en Escuela Origen. ¡Inscríbete!

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