Una neoplasia es una masa anormal que aparece con la multiplicación excesiva de las células, pero que puede desarrollarse también cuando estas no mueren al ritmo habitual. Este concepto no está tan extendido como otros, pero, para que nos entendamos, cuando se forman neoplasmas estamos hablando de tumores.
Un tumor también puede ser benigno, pero los más temidos y conocidos son los malignos. La lucha contra el cáncer ha sido y sigue siendo uno de los grandes retos de la medicina. De hecho, en el Día Mundial Contra el Cáncer se pone el foco en los trabajos oncológicos que permiten mejorar la esperanza y calidad de vida de los pacientes de cáncer. Por ello, hoy te explicamos una de las formas en que se manifiestan y forman los tumores para tener conocimiento de un tema recurrente a nivel mundial.
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¿Qué es una neoplasia y sus tipos?
La neoplasia, como hemos comentado antes, puede considerarse el crecimiento descontrolado de las células. Cuando aparece, genera una masa que crece de forma anómala e invade los tejidos y las células que tiene a su alrededor. Las células de las neoplasias malignas pueden, incluso, diseminarse a otras partes del cuerpo mediante el sistema sanguíneo y el sistema linfático, produciéndose lo que en el ámbito de la oncología se denomina metástasis.
Aunque la clasificación más básica distingue entre benignas y malignas, según el tejido en que aparezcan podremos diferenciar entre 4 tipos de neoplasias:
- Tumores del tejido conjuntivo: se producen en tejido adiposo, cartílago, hueso o fibroso.
- Tumores derivados de endotelio: estos se producen en los vasos sanguíneos, linfáticos o en las meninges.
- Tumores derivados de células sanguíneas: se produce por el crecimiento sin control de células sanguíneas, linfáticas o del sistema inmune. Todos los de este tipo son malignos.
- Tumores derivados de células epiteliales: estos se producen en la piel o en el tejido epitelial que se puede encontrar en distintos órganos, glándulas y conductos.
¿Qué causa la neoplasia?
El origen de los tumores sigue siendo algo desconocido, aunque los investigadores apuntan que el crecimiento tumoral canceroso está vinculado a las mutaciones del ADN dentro de las propias células. Es decir, que existen unas células cuyo funcionamiento es anormal y, por lo tanto, se vuelven cancerosas.
Aunque la aparición del cáncer suele ser bastante aleatoria y no existe una única causa para desarrollar la enfermedad, los investigadores han concluido que una serie de hábitos y conductas hacen aumentar el riesgo de padecerlo:
- La genética de la persona.
- El envejecimiento.
- Las hormonas.
- El consumo de tabaco.
- Beber alcohol.
- La obesidad.
- La presencia de trastornos inmunes.
- Toxinas químicas.
- Demasiada exposición a la radiación o al sol.
Asimismo, hábitos de vida poco saludables como llevar una mala alimentación y un estilo de vida sedentario pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad. Algunos estudios apuntan que la ansiedad y una mala gestión del estrés también pueden ser elementos de riesgo a la hora de desarrollar esta enfermedad.
¿Cómo saber si la neoplasia es maligna?
Cuando una neoplasia es benigna no suele presentar síntomas. En caso de que estemos ante una neoplasia maligna es más posible que aparezcan alteraciones físicas, fisiológicas o, incluso, de conducta (como es el caso de aquellos tumores localizados en el cerebro). En función de dónde esté y de qué tipo de tumor hablemos, el paciente experimentará unos u otros síntomas.
¿Cuál es la importancia del diagnóstico precoz?
La detección precoz es fundamental para poder actuar antes de que las células tumorales se extiendan. Permite aumentar las probabilidades del paciente, además de prevenir ciertos tipos de cáncer que, de detectarse en etapas más avanzadas, no podrían curarse. La aplicación de tests diagnósticos de cribado y la realización de análisis de sangre permiten diagnosticar la enfermedad en fases tempranas.
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